miércoles, 2 de mayo de 2018

Diario II. KRISHNAMURTI





Una nueva consciencia y una moralidad totalmente nueva son indispensables para producir un cambio  radical en la actual cultura y en la estructura social. Esto es obvio; sin embargo, las izquierdas y las derechas y las revoluciones parecen pasarlo por alto. Cualquier dogma, cualquier fórmula, cualquier ideología forma parte de la vieja consciencia; SON LAS FABRICACIONES DEL PENSAMIENTO, cuya actividad implica fragmentación.
La izquierda, la derecha, el centro. Esta actividad conducirá inevitablemente a matanzas de derecha o de izquierda, o al totalitarismo. Esto es lo que ocurre alrededor de nosotros .
Uno ve la necesidad del cambio social, económico y moral, pero las respuestas provienen de la vieja consciencia donde el pensamiento es el actor principal. La confusión, el desorden y la desdicha que los seres humanos llevan en sí, están dentro del área de la vieja consciencia y, sin cambiar eso profundamente, toda actividad humana, política, económica o religiosa, sólo nos conducirá a destruirnos unos a otros y a la destrucción de la tierra. Esto es igualmente obvio para toda persona cuerda y razonable.
Uno debe ser luz para sí mismo; esa luz es la ley. No existe otra ley. TODAS LAS OTRAS LEYES SON HECHAS POR EL PENSAMIENTO Y, EN CONSECUENCIA, SON FRAGMENTARIAS Y CONTRADICTORIAS. Ser luz para uno mismo es no seguir la luz de otros, por razonable, lógica, histórica o convincente que sea. 
Uno no puede ser luz para sí mismo si se encuentra en la oscura sombra de la autoridad, del dogma, de la conclusión. La moralidad no la produce el pensamiento; no es el resultado de presiones ambientales; no pertenece al ayer, a la tradición. La moralidad es hija del Amor.